Lucia B. N.
5/5
Al caminar por las pintorescas calles de Puertomingalvo, te encuentras con una austera puerta que te invita a descubrir un tesoro escondido: el horno de pan del pueblo. Desde el primer instante, el aroma a pan de leña recién hecho te envuelve, anticipando una experiencia única.
Al descender por unas escaleras que parecen llevarte a una casa particular, sientes que has retrocedido en el tiempo. La calidez y la autenticidad del lugar te transportan a aquellos momentos entrañables de tu infancia, cuando acompañabas a tu abuela a la tahona. Es un viaje nostálgico que se ve reforzado por el ambiente acogedor que se respira en este rincón.
El pan es simplemente exquisito; su corteza crujiente y su miga esponjosa son el resultado del cuidado y la tradición que se reflejan en cada hogaza. Pero no solo eso, las magdalenas son una delicia que no puedes dejar pasar, con su sabor y textura perfectos. Y las rosquillas de anís… ¡son para volverse loco! Cada bocado es una explosión de sabor que te hace querer repetir una y otra vez.
Este horno no es solo un lugar para comprar pan; es un rincón donde la tradición se encuentra con el presente, donde cada producto cuenta una historia. Si visitas Puertomingalvo, no puedes dejar de pasar por este encantador establecimiento. Te prometo que saldrás con una sonrisa y, muy probablemente, con varias delicias en la bolsa.